jueves, agosto 23, 2012

TONY SCOTT, EL MAESTRO PIROTECNICO (IN MEMORIAM)


Recientemente nos ha golpeado la noticia de la muerte (por suicidio) de Tony Scott, director inglés y hermano del también director Ridley Scott, que pasó la mayor parte de su vida en Hollywood donde rodó casi todas las películas que componen su filmografía.

Es la de Tony Scott una carrera curiosa donde se aprecian claramente dos estilos distintos, uno primero con el que fue abriéndose camino distinguiéndose en la medida de lo posible del carácter que impregnaban las películas de su hermano y que le convertían en una especie de sombra de este,  y uno segundo que daría lugar a lo que podríamos llamar el "estilo Tony Scott", mucho más próximo a las películas con sello JerryBruckheimer (con el que trabajó en "Dejà vu"[idem, 2006] y "Enemigo público" [Enemy of the state, 1998] entre otras) y que, curiosamente y debido a la deriva “comercial” que tomaron los films de Ridley, en lugar de apartarle de su estela no hizo sino acabar de confirmarle como su reflejo más deformado.

Tras unos primeros trabajos de cortometraje y una trayectoria reseñable como publicista, Tony Scott se da a conocer finalmente dirigiendo el film “El ansia” [The hunger, 1983]que adaptaba la novela gótica del mismo título. “El ansia” es cualquier cosa menos una película de vampiros al uso. Con una estética cuidadísima y muy deudora de sus años de trabajo en publicidad, el film es puro postmodernismo, mezclando intimismo con grandilocuencia, clasicismo y modernidad. Ahí tenemos por ejemplo el extraño y efectivo elenco que componen su reparto con una Catherine Deneuve a la cabeza acompañada por una pujante Susan Sarandon y un estilizado David Bowie. Otro ejemplo es la banda sonora, donde se dan la mano arias de opera, música clásica, punk gótico y ritmos de sintetizador. Definitivamente una opera prima (aunque insisto, no es stricto sensu su primer film) pretenciosa pero bella y que apuntaba maneras.
Quizá por eso, sorprendió a propios y extraños que sus siguientes films fueran ya pelotazos hollywoodienses donde todo ese estilo y cuidado por los detalles desapareció de un plumazo. Talmente como si “El ansia” hubiera sido un aplicado trabajo de fin de carrera para, una vez obtenido el título, pensar solo en hacer dinero al precio que fuera. “Top Gun” [idem, 1986] tiene el dudoso honor de ser el primer film del “estilo Tony Scott”, apareciendo ya en ella algunas de sus constantes posteriores; jóvenes estrellas, militarismo, pasión por la velocidad,… “Top Gun” fue un gran éxito de taquilla pero incluso para Tom Cruise, a la que prácticamente le debe su carrera posterior, fue una decepción y una película de la que, en parte, renegar ya que fue utilizada como reclamo por las fuerzas armadas norteamericanas para reclutar jóvenes soldados con una campaña publicitaria brutal que llegó incluso a enviar delegaciones de alistamiento a las puerta de los cines. Un joven Tim Robbins también aparecía en este film, y dado lo poco amigo del republicanismo que es, supongo es un trabajo que todavía debe escocerle haber aceptado.

Su siguiente film, también en la línea de los blockbusters, fue la primera secuela de “Superdetective en Hollywood” [Beverly Hills Cop II, 1987], impersonal y construida a mayor gloria de Eddie Murphi, uno de los cómicos metidos a actor más carismáticos del momento, que pasa por ser uno de sus peores y más olvidables trabajos. Quizá por eso, para su siguiente film “Revenge” [idem, 1990], volvería a utilizar una fórmula similar a la que tan buen resultado le dio con “El ansia”, el único film que la crítica continuaba valorándole positivamente. “Revenge” es una historia de sexo y violencia con la venganza como leitmotive, uno de los temas preferidos de Scott. Su reparto lo encabeza un Kevin Costner que ese mismo año daría el campanazo con "Bailando con lobos" [Dances with wolves, 1990], una sexi Madeleine Stowe (prácticamente debutando) y la veterana estrella de origen mejicano Anthony Quinn. 
Con la frontera mejicana y las tiranteces entre los habitantes de ambos lados de la misma como telón de fondo, Scott tejió una historia de improbable triángulo amoroso en la que  el “poder” y la “violencia” emergían de los celos y la pasión. Con “Revenge” Tony Scott consiguió de un volantazo recuperar el pulso y la confianza de la crítica, aunque alejándose de sus dos éxitos anteriores en cuanto a recaudación.  
Este desencuentro con el público y, probablemente con los productores, debió causarle suficiente impresión como para dejar “Revenge” como otra pequeña joya aislada en su filmografía y regresar para darle al público lo que le pedía. “Dias de trueno” [Days of thunder, 1990], de nuevo con Tom Cruise de protagonista y ahora también con una Nicole Kidman prácticamente desconocida en USA,  sería su siguiente film; una palpable demostración de lo aburridas que son las carreras de coches dramatizadas pero un ejemplo más del emergente “estilo Tony Scott”, aunque aquí algo almibarado por las escenitas entre la futura pareja Cruise-Kidman. 

Cambiando de registro pero no excesivamente de estilo, Tony Scott continuaría su carrera con “El último boy scout” [The last boy scout, 1991], film al servicio de Bruce Willis que serviría, de algún modo, para confirmar su finiquito como héroe de acción. Taciturno y violento, el policía interpretado por el protagonista de la saga “Jungla de cristal” aportaba al menos suficiente carisma a la película para que esta no se convirtiera en un fiasco total y, además, el tono crepuscular y el manierismo del que hace gala Tony Scott en este film serían sin duda la rampa de lanzamiento para el ambiente enrarecido y la explosión de humor negro de su siguiente y más celebrado film: “Amor a quemarropa” [True Romance, 1993].

Podemos decir muchas cosas de Tony Scott, buenas y malas, pero una de las mejores es que gracias a él disfrutamos del primer guión genuinamente tarantiniano que llegó al cine.  Si tenemos en cuenta que el libreto de “Asesinos natos” (Natural Born Killers, 1994) fue tan modificado por Oliver Stone y sus colaboradores que el propio Quentin Tarantino llegó a repudiarlo, el de “Amor a quemarropa” queda como su primer trabajo para cine y curiosamente, uno de los mejor llevados a la pantalla. Hay que reconocer que para no haber sido dirigido por él mismo en “Amor a quemarropa” está todo lo que uno puede esperar de un film de Tarantino y eso es gracias al buen trabajo de Tony Scott. Primero por conseguir un elenco de actores en el que estaban veteranos de la talla de Christopher Walken, Dennis Hopper o James Gandolfini pero también estrellas jóvenes de gran nivel como Christian Slater, Patricia Arquette, Michael Rapaport, Val Kilmer, Gary Oldman, Samuel L. Jackson, Chris Penn, Tom Sizemore y hasta un irreconocible Brad Pitt que se estaba convirtiendo en la revelación del momento gracias a su papel en la película “Thelma & Louise” que Ridley Scott, el hermano de Tony, había estrenado recientemente.

“Amor a quemarropa” es una de las mejores película de Tony Scott probablemente también porque ese estilo suyo cada vez más adrenalínico, de montaje rápido y alma de video clip alcanzó una simbiosis perfecta con el mundo barriobajero que pueblan los héroes de Tarantino, con sus chanzas y sus largos diálogos, sus momentos de absurdo y sus explosiones de violencia.
“Amor a quemarropa” marcaría además el fin de una etapa que, aunque heterogénea y demasiado marcada por sus derivas comerciales, desembocaría en un sinfín de películas todas ellas, ahora sí, perfectamente enmarcadas dentro de ese “estilo Tony Scott” del que hablaba al principio y que, además de las señas de identidad ya mencionadas, contarían casi siempre con la interpretación de Denzel Washington, quién se convertiría en su actor fetiche con un papel protagonista en cinco de sus nueve películas restantes.

“Marea roja”(Crimson Tide, 1995)  sería la primera de estas películas. Ambientada en un submarino nuclear y centrada en el enfrentamiento entre el capitán del mismo, interpretado por un siempre magnífico Gene Hackman, y su segundo, Denzel Washington, este film destaca más por su ritmo y su espectacularidad que por la claustrofobia y tensión de que suelen hacer gala las películas que transcurren en estos sumergibles. Aunque se dice que Tarantino metió algo de mano en el guión como favor personal hacia Scott, a excepción de un par de charlas sobre comics que buscan  dar una imagen del personaje de Denzel más cercana a la tripulación y poner de manifiesto su capacidad como mediador en conflictos, no se aprecian trazas del director de "Pulp Fiction" significativas en el libreto.

Como decíamos “Marea roja” se destacará como el primer torpedo de toda una andanada de films caracterizados por la acción rabiosa, el encuadre sacudido y el montaje corto: “Enemigo público”, ”Spy Game”, “Domino”, “Deja vu”, “Asalto al tren pelham 1,2,3” o “Imparable” certifican el estilo que caracterizó a Tony Scott y no le abandonó hasta el dramático final de sus días (incluso su muerte no está exenta de cierta espectacularidad, ya que decidió dejar este mundo lanzándose desde un puente).

De esta última y prolífica etapa destacaría únicamente un film que contiene algo de personalidad a pesar de sumergirse y empaparse bien de todos los tics de sus compañeras: “El fuego de la venganza” (Man on fire, 2004). Es curiosamente su regreso a la frontera mejicana (recuerden “Revenge”) el lugar que permite a Scott volver a lucir un tono crepuscular y sucio que por momentos nos recuerda al oscuro desván de “El ansia”, a la violencia pasional de “Revenge” o al héroe en horas bajas de “El último boy scout”, presentándonos un film donde no es tan importante la espectacular presentación de unos hechos como los hechos en si mismos y como estos afectan a sus personajes. Con todo, “El fuego de la venganza” no está a la altura de sus mejores trabajos aunque se destaque dentro de esta traca final con la que Tony Scott concluyó su filmografía y también su vida, pues incluso su muerte parece el estallido final de unos vistosos fuegos de artificio.

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