lunes, octubre 10, 2011

INTRUDERS; Fresnadillo nos falla


Antes de que comenzara la sesión premiere de Intruders, su director Juan Carlos Fresnadillo, subió a la tarima y nos dirigió unas palabras. Todo lo que dijo, que no fue demasiado, se puede resumir en la siguiente frase que él mismo pronunció: “más que una película de miedo es una película sobre el miedo”. De esta manera Fresnadillo otorgaba a su film un cierto nivel ensayístico y prevenía a aquellos que hubieran venido a disfrutar de una simple y llana película de terror al uso. Debo decir que no esperaba menos de su trabajo pues hasta ahora el director canario no me ha defraudado con ninguno de sus trabajos. Pero la clave de ésto último está en el “hasta ahora”.
“Intruders” explica dos historias en paralelo que parecen desarrollarse a la vez conectando así a dos familias, una americana y otra española, distanciadas miles de kilómetros a través de un mismo suceso: el niño de la familia española que vive con su madre es atacado por las noches por un extraño ser encapuchado y, por su parte, la niña de la familia americana es igualmente visitada por el mismo monstruo.
Ambas historias se desarrollan por separado y tienen como único nexo común la citada criatura lo cual coloca al espectador ante un misterio. ¿Por qué les sucede lo mismo a los dos? Sería aceptable y carecería de todo interés que a cada uno de los niños les visitaran monstruos distintos pero, el que ambos sean aterrorizados por la misma criatura que además es bautizada por los dos chavales como “Carahueca”, hace que el espectador se pase toda la película buscando la conexión.
Por desgracia, este juego no es suficiente como para hacernos mantener el interés durante los cien minutos que dura la proyección. El guión, que tiene como único lugar en el que apoyarse la curiosidad que pueda despertar dicho misterio, se vuelve mecánico y repetitivo manejando siempre el mismo esquema: el monstruo visita al niño español, la madre se desespera y busca ayuda, el monstruo visita a la niña americana, el padre la defiende, y otra vez con el niño y así sucesivamente. Obviamente en cada visita el ataque es más intenso y la tensión creciente pero la repetición de escenarios y situaciones no está llevada con suficiente inventiva y al final cansa.
La entrada de un elemento fantástico en el seno de una familia con problemas y cuya lucha contra dicho elemento servirá para unirles es algo en lo que M. Night Shyamalan es un experto. Ha hecho de ello la base argumental de toda su filmografía (incluso de la criticadísima “The last airbender”) y quién sabe qué hubiera sido de este mismo guión si hubiera sido él quien se hubiera encargado de llevarlo a imágenes. Lo que sí está claro es que no es un material apropiado para alguien como Fresnadillo que comenzó en el largometraje con una película ambiciosa para nuestro cine, “Intacto”, y dio el salto a Hollywood con un film con grandes dosis de espectáculo “28 semanas después”. Tras ello, se oyeron muchos posibles encargos, el más sonado de todos la adaptación a la gran pantalla del videojuego de éxito “Bioshock”, en definitiva, otra película espectáculo con acción y gran presupuesto. “Intruders” se encuentra en las antípodas de ese tipo de cine y Fresnadillo parece haberlo despachado con profesionalidad pero sin pasión.
“Intruders”, digámoslo ya, es una película con truco. Toda la historia se sustenta sobre un concepto más o menos ingenioso que solo puede funcionar escamoteándole información fundamental al espectador. Al trabajar todo el film a base de montaje paralelo de las dos historias el público conecta ambas de la misma forma en que está acostumbrado a hacerlo cuando no se le indica, mediante rótulos o con una puesta en escena obvia lo contrario. Un ejemplo: si yo quiero situar una parte de mi película en un país árabe puedo insertar un rótulo indicando en qué país estamos o puedo grabar una conversación entre personajes en árabe y en un entorno que ayude a formar esa idea en el espectador. Si quiero que la secuencia suceda en Egipto puedo sencillamente insertar un plano de las pirámides. Lo mismo sucedería si el salto que quiero dar no es geográfico, o no solo geográfico, sino también temporal. En la manipulación de este tipo de información es en lo que se basa el truco de “Intruders” lo cual la convierte, a mi parecer, en una película tramposa.
Por si todo lo dicho hasta ahora fuera poco me gustaría terminar esta crítica añadiendo que el monstruo de la función ni siquiera se encuentra a la altura de las circunstancias. Es cierto que hoy en día sorprender en este aspecto puede ser difícil pero la verdad es que la criatura, cuando se nos muestra como CGI y no como un hombre que lleva chubasquero, recuerda en demasía a La Parca de “Agárrame esos fantasmas” y hasta me atrevería a decir que aquella resultaba más creíble que esta. Y ya ha llovido.

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