viernes, octubre 08, 2010

CONFESSIONS


Digámoslo ya. A pesar de la publicidad rimbombante con la que el Festival nos ha presentado esta película en el dossier y de la presencia en el pase de su director, “Confessions” (“Kokuhaku”, como título original en japonés) difícilmente verá la luz en nuestras pantallas y, como mucho, alcanzará una edición en DVD.
No es que la película de Tetsuya Nakashima no valga la pena o no merezca una oportunidad en nuestro circuito, por supuesto que sí. Pero como ella, muchas otras de las que en años anteriores también dieron lugar a expectación y comentarios pero, en definitiva, no dejaban de ser buenas ideas pero sin el tirón comercial apropiado (léase proceder de Estados Unidos o ser un film español dirigido por alguno de los sospechosos habituales de nuestra cinematografía).
Claro que algunas películas asiáticas han logrado dar el salto a nuestros cines pero, incluso los éxitos más notables de Corea, Japón, Vietnam, etc,… han tenido una repercusión mucho más mediática que económica, que es lo que les interesa a los distribuidores. Así pues, todos los aficionados al género recordamos la polvareda que levantó “The Ring” de Hideo Nakata o “The audition” de Takashi Miike apenas pasaron de unas pocas salas de versión original con subtítulos para, eso sí, una vez despertado el interés en los medios y los foros especializados, provocar el consiguiente remake perpetrado por Hollywood con mucha mejor repuesta comercial (esto ocurrió con “The ring” aunque no con “The audition” debido a lo escabrosa que resulta esta última, aclaro).

Pero es que “Confessions” ni siquiera se encuentra a la altura de estas dos producciones, ni de “Old boy” o de “The host”, por mencionar otros dos films asiáticos muy distintos entre si pero de un gran nivel que pasaron en su dia por el festival. “Confessions” es la historia de una profesora cuya hija, apenas una niña de tres años, es asesinada por dos de sus alumnos. A partir de esta premisa, la trama se desarrolla en el relato de este suceso a partir de los tres personajes principales cada uno desde su punto de vista, aportando datos nuevos o contradiciendo los de alguno de los otros. Y todo ello para servir como vehículo, en palabras de su director, para abrir un debate ante un tema tan polémico como el de la responsabilidad penal de los menores.
Sin embargo, y si esta era la idea del director, creo que se le va la mano en exceso a la hora de plantear su puesta en escena que acaba siendo tan alambicada y esteta que por momentos uno parece estar contemplando un puñado de videoclips ensartados uno tras otro con constantes secuencias al ralentí. Tanta cámara lenta, tanta música acompañando la lluvia, las nubes o la algarabía de los alumnos del colegio acaban distrayendo de la supuesta intención del director y sumergiéndonos en una especia de catarsis visual que parece querer emular a la del maestro en esto de reflejar el angst de los adolescentes, Gus Van Sant. Pero ahí queda todo, en un intento de émulo aunque sea accidental, porque lo que en el francés deriva en realismo y tono documental reforzando así la veracidad de lo que se explica, en el japonés se ve transformado en un espectáculo exagerado donde abundan los planos forzados, los efectos visuales y los trucages de todo tipo.

Pese a todo no seré yo quien diga que la película no merece un visionado o que no puede dar lugar al debate que esperaba su principal responsable. Tan solo recuerdo que propuestas mucho más frescas y desenfadadas donde la forma era más acorde al fondo como la saga “Crows” alcanzaban esa meta y sin tener que proponérselo de una forma deliberada.

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