lunes, junio 16, 2008

EL INCIDENTE cinematográfico en la carrera de M. Night Shyamalan


El público que contempla una película de M. Night Shyamalan se divide en dos: los que se declaran fans de sus películas y esperan cada uno de sus estrenos con impaciencia (entre los que me encuentro), y los que únicamente consideran interesante su primer gran éxito comercial (El sexto sentido).
Por qué a los del primer grupo nos interesa tanto su cine es algo difícil de explicar. Sabemos que se trata, en gran medida, de una atracción por una manera de entender el cine fantástico y el suspense que parece heredada de Hitchcock y del primer Spielberg pero, asumiendo también que todas las tramas del director/guionista se sustentan sobre un premeditado giro final que es ya marca de la casa.
Quizá por eso, creo que “El incidente” es al mismo tiempo una película típica de Shyamalan y al mismo tiempo un punto de inflexión en su filmografía.
Reconozcamos que hoy por hoy, ya no hay nadie que cuando se sientE a ver una de sus películas y no esté esperando ese giro final que da un nuevo sentido a toda la historia y que, para los que no aprecian nada más que ello en su cine, representa el motivo final por el que eligieron entrar a verla cuando meditaban con sus amigos o parejas a la puerta del cine. Así pues, ¿qué ocurre con sus películas cuando se elimina este desenlace espectacular de la ecuación?
Este riesgo asumido por el director, probablemente en un desesperado intento por no verse obligado a mantener la pauta que le hizo famoso, es la principal novedad que aporta “El incidente” a su filmografía. El resto de lo que encontramos en la película tiene mucho de su personalidad, cuajada y bien conocida por los que le seguimos; personajes en crisis sentimental, situaciones que ponen a prueba sus relaciones, algunos momentos escalofriantes y una o dos secuencias de suspense magníficamente planificadas y resueltas.
Sin embargo, si en la reciente “La niebla” podíamos hablar de una película que partiendo de una situación típica del cine catastrófico alcanzaba un alto nivel en su desarrollo y culminaba con un fantástico desenlace, en “El incidente”, las expectativas que nos forjamos con su planteamiento no hacen sino decaer para disolverse completamente en un final que, quizá precisamente en esta película, sí que pedía a gritos un giro de ciento ochenta grados.
Lo peor de todo esto es que, inevitablemente, el boca a boca destruirá rápidamente la carrera comercial de una película que, a pesar de lo atractivo de su trailer, viene precedida por el anterior fracaso del director (La joven del agua, película que a mí personalmente me pareció realmente interesante y recomendable aunque se vendió como lo que no era) y pondrá en serios aprietos la continuidad fílmica de un director interesante. Y es que M. Night Shyamalan ya no puede permitirse otro fracaso de taquilla. La búsqueda de financiación para poder levantar “El incidente” le llevó de puerta en puerta de las majors americanas hasta que 20th aceptó con la condición de que apareciera un socio capitalista que financiara una parte importante del proyecto. Y es que, mal que nos pese, para directores como Shyamalan, autores en definitiva que como Spielberg o Zemeckis pretenden casar calidad con taquilla, fallar ante el público puede suponer el final de su carrera.
Pero volvamos a “El incidente”. ¿Por qué no acaba de funcionar? El planteamiento es el que ya intuimos desde el trailer. Una crisis apocalíptica, a priori a nivel estadounidense, en la que una extraña toxina hace que la gente decida autodestruirse con los medios que tenga en ese momento a su alcance. Tan original planteamiento da lugar a algunas secuencias terroríficas en las que vemos suicidios de todo tipo a cada cual más espectacular o extravagante. También algunos menos sangrientos pero mucho más inquietantes (más propios de Shyamalan) como el de la pistola del policía que va pasando de mano en mano.
El problema de la película comienza cuando, una vez planteada esta situación, se centra la atención en un pequeño grupo de personajes capitaneados por la pareja protagonista. Hasta aquí la fórmula de la película catastrofista estaba servida y funcionaba bien. Sabemos que, a pesar de que lo que ocurre con la dichosa toxina, lo peor está por llegar con los enfrentamientos que se puedan producir ante una crisis semejante cuando cada uno de los personajes que tratan de escapar antepongan su propia vida a la de los demás (lo que ocurre en La niebla pero también en Amanecer de los muertos y demás películas similares). Pues resulta que Shyamalan decide prescindir de ese desarrollo (que no por seguir la fórmula podría ser menos efectivo) y opta por ir eliminando rápidamente a todos los que acompañan a los tres protagonistas para convertir la película en una suerte de “La guerra de los mundos” de Steven Spielberg. El problema es que en “El incidente” no hay la parafernalia técnica que había en la película de Spielberg. sino que la amenaza que persigue a los protagonistas es invisible. Así pues, nos encontramos con un segundo bloque fílmico que se reduce a tres personas corriendo por el campo y mirando atrás perseguidos por… nada.
¿Es por ello “El incidente” una mala película? A mi entender no. Sin embargo es una película que no colma las expectativas depositadas en ella, lo cual la convierte en un film mediocre ni que sea por comparación con algunas de las propuestas similares que venimos recibiendo durante estos últimos años. Un desperdicio, una ocasión perdida.
De hecho, la sensación que me produjo la película una vez concluyó fue muy parecida a la que tiene el grupo protagonista cuando se refugia en una gran casa en mitad de la campiña y ésta resulta ser una vivienda de muestra donde, a pesar de lo bella y ampulosa que parece, no es más que un decorado donde incluso la vajilla y los refrescos sobre la mesa son de pega.
Pero como ya dije al principio, yo soy fan Shyamalan y no acabaré esta crítica sin defender la película aunque sea por esos momentos interesantes que también contiene; el desenlace de la trama del personaje que interpreta John Leguizamo, la ya célebre secuencia de los obreros de la construcción precipitándose al vacío (magnífico el uso de sonido), la visita de los protagonistas a la casa en la que se han aparapetado un grupo de desconocidos armados y de gatillo fácil,…

domingo, junio 01, 2008

LA NIEBLA, de Frank DARABONT, de H.P. LOVECRAFT y de un tal Stephen KING


Cualquiera que siga la obra de Stephen King y, por extensión, la de las adaptaciones de sus películas al cine, está acostumbrado a las decepciones.
Las novelas del “maestro del terror” son cada vez más infumables y su pase a la gran pantalla desastroso. Probablemente sonará a tópico pero desde que, hace ya muchos años, dejara a un lado sus adicciones, se mudara de una caravana a una lujosa casa y dejara de ser un paria tratando de colar cuentos en publicaciones especializadas para convertirse en la niña bonita de las editoriales, Stephen King no ha levantado cabeza. Sus obras han dejado de causar asombro y se han convertido en material de consumo masivo por su lectura fácil (aunque a veces reiterativa y plomiza) y por su cohorte de seguidores que, según parece, son capaces de perdonarle hasta el mayor de los bodrios.
Pero como decía, si malas son sus últimas novelas, peores aún las películas que de ellas proceden. Lejos, muy lejos, quedan ya Carrie (Brian de Palma), La zona muerta (David Cronenberg), El resplandor (Stanley Kubrick) o El misterio de Salem’s Lot (Tobe Hopper). Una época en que su pluma atraía a los mejores directores de cine, deseosos de plasmar en imágenes la imaginación del escritor.
Ahora, en cambio, mencionar a Stephen King es hablar de telefilms, de miniseries de dos capítulos en antena 3, de lanzamientos “direct to dvd” o de algún guión colado en la serie de moda sobre fenómenos paranormales del momento.
Pero por suerte, un admirador de la obra de King, talentoso guionista además y con buen ojo para la cámara, ha conseguido que sus únicas tres películas (hasta el momento) se hayan basado en obras del escritor de Maine y además sean grandes y hermosas producciones dignas de ser apreciadas, mucho más allá que como películas de género.
Frank Darabont, no solo consiguió convertir "Cadena Perpetua" en una de las mejores (si no la mejor) película carcelaria de la historia del cine, sino que repitió proeza con "La milla verde" (que además tenía la dificultad adicional de introducir elementos sobrenaturales en la trama) colocando a ambas películas en la carrera por los más prestigiosos premios de su año.
Probablemente por eso, Frank Darabont haya tenido que ser quien resucite de nuevo lo mejor del terror creado por King adaptando al cine uno de los relatos que se incluían en "Skeleton crew", un conjunto de cuentos inédito en nuestro país y publicado en Estados Unidos a mediados de los años ochenta.
Si estás interesado en ver La niebla, lo mejor que puedo recomendarte es que dejes de leer aquí mismo. Cuanto menos sepas sobre de qué trata más la disfrutarás. Me temo que incluso una foto rebuscada en Internet podría aguarte un poco la fiesta.
Sí debes saber, no obstante, que poco o nada tiene que ver esta historia con la que llevarA al cine John Carpenter bajo el mismo título en castellano, “La niebla”, a pesar de que en ambos casos este fenómeno atmosférico tenga, obviamente, una importancia capital en el desarrollo de la película.

Sin ahondar demasiado en las causas de la aparición de esa extraña niebla (ni falta que hace), la película busca colocar a un grupo heterogéneo de personajes en un espacio cerrado y esperar a ver qué sucede aplicando una presión constante desde el exterior a base de ataques inesperados y una temperatura interna en aumento merced a las tensiones que se establecen entre distintas personas, grupos y, finalmente, facciones.
Si en "Amanecer de los muertos" (Zack Snyder) un reducido grupo de personajes se encerraban en un espacioso centro comercial mientras eran asediados por zombies caníbales, aquí, el pequeño supermercado da cobijo a muchos, demasiados personajes, que además ni siquiera pueden ver exactamente de qué se están ocultando o contra qué se enfrentan. Precisamente porque esa niebla que da título a la película tan solo nos deja entrever el horror, realizando así la doble función de cortina material y mental, salvaguardando la integridad física y la cordura de los que no quieren averiguar qué se oculta en su interior.
Frank Darabont hace un excelente trabajo con los actores a excepción, tal vez, de con el protagonista que aparece con la misma expresión cinrcunfleja durante prácticamente toda la película. Mención aparte se merece el trabajo de Marcia Gay Harden quién tiene que levantar al personaje más polémico y problemático de la película. Personaje que además suena mucho a sospechoso habitual en las novelas de Stephen King.
En los aspectos técnicos, destacaría sobretodo las tomas de lo que hay en la niebla, especialmente cuando no se ve claramente, pues sin duda esta película es una de las mejores muestras de que en el terror, es mucho mejor sugerir que mostrar. Como ejemplo, funciona mucho mejor la secuencia del motero que decide adentrarse en la niebla atado con una cuerda que la expedición, narrada de forma mucho más explícita, a la farmacia. Y como colofón a todo ello, no me gustaría olvidar la fantástica y sobrecogedora imagen de esa entidad primigenia e indescriptible que aparece hacia el final de la película y que sin duda surgió de la ávida lectura de relatos del genio de Providence, H.P. Lovecraft; un plano, para la historia del cine fantástico.
Por supuesto no puedo olvidarme tampoco del arriesgado y desgarrador final de la película que fue un cambio introducido por Darabont sobre la historia original y que rubrica perfectamente la fatal ironía en que se convierte el film.
Y dejo aquí esta crítica y no entro a valorar los aspectos socio-políticos en los que se incide (sin duda deliberadamente) en la película. No olvidemos que se trata de un film post 11S lo cual, queramos o no, dota de una segunda lectura a, prácticamente, todos los films americanos que nos vienen llegando desde tan triste efeméride. Pero como he dicho, no entro en ello, y me quedo tan solo con la narración esencial de la película, con una nueva vuelta tuerca a las películas de asedio y con una de las mejores adaptaciones de Stephen King que se han hecho en muchos años.